Los gringos son muy buenos para sacarle raja a favor a todo lo que sucede dentro y fuera de sus fronteras.
En la balacera desatada ayer en Tucson, no perdieron tiempo en hacer un comunicado periodístico para alabar el nacionalismo y su democracia, sin importarles que con ello atropellen no sólo la dignidad de los muertos, sino ponen en evidencia la manipulación que puede hacerse de los familiares cercanos de los fallecidos.
Una de las víctimas de ayer fue una chamaca de 9 años, nacida un 11 de septiembre, y más que hacer un memorial de la difunta, los medios se dedicaron a promover un patriotismo ramplón y hueco.
Aquí la nota aparecida en los medios locales:
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Dice su madre que Christina estaba muy interesada en política, todo lo interesada que puede estar una niña de nueve años; aunque ésta tenía una marca invisible de nacimiento: haber llegado al mundo el fatídico 11 de septiembre, el día en que cambió el modo de funcionar del planeta.
"Christina era muy consciente de lo que sucedía en el mundo, de los problemas y las inquietudes de la gente", asegura Roxanna Green al diario The Arizona Star.
Christina era una patriota, recuerda su madre para las televisiones, con una entereza que casi duele al escuchar. En un momento, esa fortaleza se resquebraja y se le rompe la voz: "Vestir de rojo, azul y blanco [los colores de la bandera norteamericana] era muy especial para ella".
Christina Green tenía nueve años. Nació en un día que oscureció EE UU y ha muerto en una de esas tragedias estadounidenses que de vez en cuando sacuden en su forma más brutal al país.
Tanto interés tenía la pequeña en saber lo que sucedía en la sociedad en la que vivía que una vecina la llevó al mitin que la congresista Gabrielle Giffords ofrecía el sábado en un concurrido centro comercial de Tucson.
"No pudieron hacer nada por ella", describe la madre sobre los infructuosos intentos de reanimar el cuerpo sin vida de su hija. "Recibió un disparo en el pecho que acabó con su vida". "Éramos cuatro y ahora somos tres", certifica el padre de Christina, John Green, al referirse a la muerte de su hija.
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Lo más triste de esto, es que los mismos padres se prestan al juego estúpido de esconder la basura que el mismo gobierno ha generado dentro de su propio país.
En fin: así está el mundo…
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