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miércoles, 12 de enero de 2011

Mafalda reloaded...

Dicen que las librerías de Durango reportan un severo ataque de mafalditis entre los niños lectores.

Desde hace cinco meses, sin que nadie se explique el motivo, las ventas de libros de Mafalda se han elevado en esta ciudad en más de 400%.

Son los pequeños los que animan a sus padres a llevarlos a buscar los volúmenes del personaje creado hace casi 50 años para una tira cómica publicada en un periódico por el argentino Joaquín Salvador Lavado, mejor conocido como Quino.

Así lo reportan dueños de librerías duranguenses, quienes informan que el gusto por las aventuras de la pequeña irreverente es tal que la venta de libros de Mafalda se ha disparado y en algunos locales ya no hay ejemplares.

Hace décadas, sólo en Argentina, el éxito de la tira cómica fue de tal magnitud que se vendieron más de 20 millones de ejemplares. Fue traducida a 26 idiomas y nunca ha dejado de reimprimirse en varios países.

En México, si bien Mafalda también tuvo un auge en los años 70 del siglo anterior, hacía un par de años que bajaron las ventas de sus libros. Pero desde septiembre del año pasado, aproximadamente, en las librerías de la capital de Durango, la chica de Quino volvió a ser muy solicitada.

Rubén Vargas, propietario de una de las librerías más grandes de esta ciudad, explica que ha sido extraño el auge en la venta de libros de Mafalda, sobre todo porque no hay una promoción nacional, mucho menos local.

Más le llama la atención que sean los niños quienes buscan iniciarse en la lectura precisamente con Mafalda, considerada durante algún tiempo una historieta para grandes, pues esta niña se burla de la situación política, social y económica de su natal Argentina.

Pero los tiempos y los lectores cambian. Mafalda es hoy día un libro que ayuda a los niños a iniciarse en la lectura, pero no sólo eso, sino que hace a los menores más pensantes, los hace reflexionar sobre el medio ambiente, sobre la ecología, la pobreza, la desigualdad, y tantos, tantos problemas que enfrentamos en México, que son los mismos de Argentina hace 40 o 50 años, considera Vargas.

Explica que las tiras humorísticas de Mafalda pueden hacer creer a los niños que Quino, su autor, se inspiró en la situación actual de México. Pasan décadas y décadas y la situación de los años 60 o 70 del siglo XX es la misma que la actual, lo que nos lleva a reflexionar que no hemos aprendido nada en ese tiempo, continúa.

En librerías de Durango ya no hay ningún libro de Mafalda, se han acabado y están a la espera de nuevas remesas.

El niño Carlos Terrones, de 10 años de edad y fanático confeso de la pequeña irreverente, tiene los 12 libros, que ha releído una y otra vez: Son los mismos problemas que tenemos en México, no ha cambiado nada, las autoridades no han aprendido, dice a La Jornada. (Aunque yo creo que esta declaración no es más que un churrote sacado de la manga de los buenos deseos. En fin…)

Agrega que ha donado varios libros infantiles a la biblioteca de su escuela, pero los de Mafalda, esos no, esos se quedan en casa.

En la ciudad de México, en algunas escuelas ocurre un fenómeno similar. Los niños se recomiendan, de boca en boca, la lectura de las historietas de esas personitas cachetonas, cuyos diálogos los hacen reír mucho.

Así lo explica Octavio Cervantes, quien a sus nueve años descubrió a Mafalda porque un compañero de clase llevó al salón los libros, editados en México bajo el sello Tusquets. En pocos meses, la mafalditis se extendió en su grupo.

Antes leíamos los cómics de Spiderman, quien me parece heroico y salvaje; a otros amigos les gustaba el gato Garfield, pero cuando Carlo nos mostró a Mafalda nos encantó, porque es muy alegona, se quiere salir con la suya y busca que sus papás la escuchen; nos pone de buen humor, nos anima, dice el pequeño como todo un experto lector de historietas.

Añade que en la pasada Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil, que se llevó a cabo en el Centro Nacional de las Artes, varios de sus compañeros de tercero de primaria compraron los libros de Mafalda para tener la colección completa.

Por su parte, Valeria Etail Molina Cruz, de 11 años de edad, narra que conoció a Mafalda cuando se le cayó su primer diente y su mamá le dijo que se parecía a Felipito. ¿Y ese quién es?, pregunté; entonces mi mamá me dio una agenda donde venían unas historietas. Luego de leerlas le pedí que me comprara todas.

Para la pequeña, quien cursa sexto de primaria, sus primeras lecturas de Mafalda le parecieron algo difíciles, pero le llamó la atención que me hicieran reflexionar acerca de los problemas del mundo. Lo que no entendía, por ejemplo, cuando habla de Rockefeller, me lo explicó mi mamá. He vuelto a leer a Mafalda muchas veces, y ahora ya entiendo casi todo.

Valeria le recomienda a todos los niños que, aunque al principio les parezca difícil de entender, se acerquen a Mafalda, porque es muy divertida... ¿lo qué más me gusta?: Guille, su hermanito, y cuando ella humilla a su mamá diciéndole que no estudió nada.

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