La gente, esa masa amorfa compuesta por todos aquellos que no tenemos apellido ilustre ni fortunas habidas haiga sido como haiga sido, ciudadanizamos la tragedia para dar fe de nuestra indignación.
Después, la mayoría de los políticos y la prensa a su servicio exclusivo politizaron el suceso para acarrear agua a su molino.
Fueron los políticos quienes hicieron la alquimia para desvirtuar el resentimiento social.
Fue el PAN y su torpeza.
Fue el PRI y sus parásitos.
Fue el PRD y su canibalismo.
Fue la chiquillada que anda como náufrago en busca de su isla.
Fueron ellos los que han politizado la muerte de 47 pequeños para su beneficio partidista.
Todas las voces de todos los partidos que se han levantado son las que han contaminado la tragedia.
Fueron ellos, reclamándose entre sí toda la irresponsabilidad demostrada por las tres instancias de gobierno, los que han ensuciado la memoria de los niños muertos y han ofendido la inteligencia y la sensibilidad de los vivos.
Fueron ellos, no la gente, no la ciudadanía, no la masa anónima que compartimos el dolor codo a codo, que marchamos por las calles de la ciudad, que hemos salido a manifestar nuestro coraje, nuestra indignación, nuestro encabronamiento contra todo y contra todos los políticos que cuelgan de los postes con una sonrisa estúpida, ladeada y socarrona, como si no hubiera pasado nada, porque la tradición política marca que en este pueblo nunca pasa nada...
Pero, parafraseando el dicho, el que sonríe al último sonríe mejor.
Y ahí no hay niveles ni deditos ni guapuras ni juventudes que valgan...