Los que saben del asunto, los saurinos pues, pronostican que a más tardar una semana antes de las elecciones saldrán a relucir los responsables de la tragedia de la Guardería ABC, que serán juzgados sumariamente, que los meterán a la cárcel, si es posible los fusilarán en la Plaza Zaragoza frente a los medios y que con ello el triunfo para los candidatos del PRI estará asegurado.
Eso dicen los pitonisos… y si no me creen, ni modo: allá reclámenle a ellos.
Pero hoy —justo a 15 días del incendio y a 15 días de las votaciones—, al menos en Hermosillo ningún candidato priísta (por cierto, mucho más en riesgo de perder que los panistas, que han sido más torpes aunque menos señalados con culpabilidad compartida), tiene seguro el triunfo. Ninguno.
Ni el llamado vaquero ni al que le dicen pano ni los maloros ni los bebos ni los patos ni ningún otro animal de la escala zoológica que ha propuesto el PRI en estas elecciones: todos están agarrados con las uñas y la mugre a una cuerda más floja e incierta que el destino de selección nacional.
Por más que venga Roy Campos a la ciudad a berrear cifras favorables a los camisas rojas, cifras que después son multiplicadas por los columnistas alineados, el verdadero sentir de la ciudadanía arroja otros números que se basan en el luto y la indignación ciudadana. De la ciudadanía de a pie, se entiende, que no sé si por fortuna somos la enorme mayoría social.
Dejemos de lado el dolor y el odio, respetables en su justa medida. La politización de la tragedia en la que todos hemos incurrido. La resignación cristiana y agachona que pregona el arzobispo.
Dejemos de lado el mito reciente y mediático del silencio respetuoso de los priístas hermosillenses sobre la ambición de los panistas: los priístas callaron porque no tienen argumentos precisos para evitar los señalamientos de la sociedad, no tienen la mirada suficientemente limpia para ver a los ojos a los hermosillenses y ofrecer una disculpa por todo el dolor y toda la indignidad y todo el odio creciente y justo que se ha acumulado en apenas dos semanas y que rebasa todo el dolor y toda la indignidad y todo el odio histórico en nuestra ciudad… y los panistas son panistas, ni siquiera se pueden mencionar calificativos a sus actos porque no puede ser de otro modo su proceder.
Dejemos de lado a los gusanos enlodados y a los amantes de la pobreza, que a estas alturas no sé sabe bien a bien en qué partido militan, si no es que lo hacen en todos los partidos.
Dejemos de lado la campaña de desplegados firmados con la misma pluma en la misma oficina y por el mismo personaje, tan evidente que la campaña raya en una imbecilidad prepotente que en rigor es una falta de respeto más para los sonorenses.
Fijémonos más bien en que la presión social va creciendo porque está sustentada en una indignación auténtica, en un hartazgo por las muestras reiteradas de prácticas corruptas y nepotismos criminales que de alguna manera confluyeron la tarde del 5 de junio para que se desatara la tragedia y la muerte.
Fijémonos en la irresponsabilidad de los tres niveles de gobierno que han protegido a los suyos para que, como siempre, los culpables sean los otros, los de enfrente, los enemigos del sistema.
Fijémonos que por eso, a 15 días del incendio, a 15 días de las elecciones, sólo ha habido evasivas y tímidos señalamientos de presuntos culpables para no seguir perdiendo votos. Sólo para eso. Sólo por eso.
Y no olvidemos nunca a los bebés muertos por la trágica coincidencia de nepotismo, corrupción, tráfico de influencias, irresponsabilidad criminal, más lo que se acumule en la semana; “detallitos” que han hecho que salpique toda la porquería desde las oficinas del poder hacia sí mismos.
Por eso, este 5 de julio no olvidemos el 5 de junio. No lo olvidemos.
Como dijo ayer Lourdes Encinas en su “AM en blog”:
El caso es que a 14 días del incendio la justicia no ha llegado y el fantasma de la impunidad se hace cada vez más presente. Consulté con mucha gente la frase que mejor describiera esta dilación de la justicia ante semejante tragedia, aunque no acostumbro usar estas palabras, la conclusión es que ¡Son chingaderas!
Y sí: son chingaderas que solamente nosotros podemos resolver.