Trova y algo más...

viernes, 22 de abril de 2011

De animales y animaleros...

Para quien no lo conoce, el licenciado en Derecho, y Doctorado en Ciencias Ocultas por la Universidad de Zoonora, Óscar “Polacas”© Holguín es un fiel seguidor de la doctrina “Hoy tampoco me bañaré”, que pusiera de moda el terapeuta chilango Aquiles Esquivel Madrazo.

A veces, al Polacas© se le tacha de ser un cochino sólo porque después de semanas de no tener contacto con el agua, adquiere una cierta consistencia como de arma biológica, ni más ni menos, que lo convierte en el mugroso objeto del deseo de esa inmensa humanidad con alma de guerreros con rabia.

Para decirlo en pocas palabras: el Polacas© haría babear como perro pavloviano al ejército gringo y al Obama, decididos gringamente a apropiarse del petróleo del Medio Oriente, pues si las armas no sirven para eso, ¿entonces para qué? ¿Para perseguir a los sicarios de la mafia, como en México? ¡N’ombre!..

Bueno, el caso es que nuestro personaje, orgullosamente zoonorense (“¡Yo también!”, rezaba la propaganda aquella que le inventaron al Colosio, y ya ven cómo le fue: se murió de un dolor de cabeza, “como el quéneri ése”, dijo la Tila, el personaje que caracterizó Norma Alicia Pimienta en “La tuba de Goyo Trejo”), que se las sabe de todas todas en eso de ser y andar de cochino, salió el otro día que, además de las carnitas y otro tipo de alimentos, los cerdos también le han dado al mundo otro servicio: son increíblemente efectivos para tratar problemas físicos y emocionales, sobre todo en pacientes de edad avanzada, y en niños que sufren trastornos de conducta o emocionales.

Eso dijo el Polacas© y yo no soy nadie para refutarlo. No, señor.

De hecho, nuestro amigo agregó que los animales estimulan la curiosidad de los pacientes, actividad que incluso les ayuda a ignorar algunos de los efectos negativos de envejecer.

“Y es que los viejitos asocian a los cerdos fuertemente con su juventud, y eso les resulta grato porque es como hacer una reunión con un animal que conoció alguna vez, pero no ha pensado en muchos años”, dijo antes de empinarse una botella de cerveza en la mesa 6 del bar Pluma Blanca.

Y abundó, después de limpiarse la boca con el dorso de la mano izquierda: “Mira, los perros, sin duda, tienen buena cualidades porque son muy perros, pero si voy caminando en la calle, con mi cerdo y tú con tu perro, entonces todos me van a mirar. Ésa es la ventaja del cerdo: que son muy cochis”.

A esto, subrayó el Dr. Holguín, le han llamado puercoterapia, y ha demostrado ser efectiva tanto con ancianos como con niños. “Donde todavía no se ha podido canalizar la energía positiva de los puercos, es en las cámaras de diputados y senadores —dijo el Polacas©—, pues ahí los legisladores sacan a relucir todo lo negativo que tienen los cerdos… y es que no pueden ir en contra de su naturaleza: se comportan como verdaderos puercos a punto de ser llevados al matadero”.

Ni modo, señaló, y después pidió otra ronda de cervezas.

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Por otro lado, como sabemos, Benito, Cucho, Demóstenes, Espanto, Panza, el oficial Matute y, claro, Don Gato, son los personajes principales de una serie animada que nació en 1961 en Estados Unidos, que duró menos de una año al aire en ese país, y que cinco décadas después aún se transmite en México y otros países de América Latina.

¿Se imaginan? ¡50 años después todavía sigue siendo un trend topic (para utilizar lenguaje twitero) en la tele de muchas familias! Y no crean que porque los niños se han vuelto aficionados a un gato y su pandilla, sino que la generación que hoy ronda entre 40 y 45 años siguen siendo fieles miembros de ese felino club, que en términos reales era un verdadero Club de Tobi, ni más ni menos.

Bueno, según yo eso no es nada raro: yo sigo viendo capítulos de Bonanza, y hace un par de años me dormía arrullado por “Mi bella genio” y “Hechizada” y su vitriólico esposo.

Algunos creen que el éxito de Don Gato y su pandilla, serie creada por Hanna Barbera y que duró menos de un año al aire en la televisión estadounidense, se debe al doblaje de actores mexicanos que le dieron un cariz cercano al público latinoamericano.

Otros hablan de una empatía con el pícaro personaje central y su pandilla de amigos.

Lo cierto es que, para celebrar 50 años de vida, ahora Don Gato y su Pandilla protagonizarán una película animada que se estrenará en septiembre próximo y que les aseguro que yo no iré a ver. Lo siento.

Prefiero quedarme con la vieja imagen de Don Gato y sus secuaces, quienes viven en un típico callejón del Nueva York de 1960, con altos edificios al lado, ropa tendida entre ventanas y el teléfono oficial del policía Matute en el centro de la escena y que fue motivo de varios altercados entre el felino y el genízaro.

Muchas de las aventuras de los 30 capítulos de la serie (que se han reciclado y reciclado durante medio siglo) tienen el mismo eje: cómo hacerse rico en poco tiempo, aunque para conseguirlo la pandilla deba recurrir a pequeñas triquiñuelas.

Así, en esa tarea Don Gato pretende conseguir que Benito ofrezca un concierto de violín en el Carnegie Hall, aunque el felino no sepa ni afinar las cuerdas. También se hace pasar por un marajá que regala rubíes como propina, o recita poemas a la gatita Mimosa para conquistarla en nombre de su socio Cucho.

Es parte del atractivo que tuvo la serie entre el público latinoamericano.

Y no falta quien ha dicho que Don Gato tiene esa esencia mexicana de tratar de tomar atajos (le ley del menor esfuerzo, le dicen) pero al mismo tiempo ser muy fiel y leal a la pandilla.

En la película que no iré a ver, la pandilla se enfrenta a un nuevo jefe de policía que pretende apoderarse de la ciudad. En el camino Don Gato se enamora –de nuevo- y aparecen algunos personajes ya conocidos, como el Marajá, a quien el grupo pretende quitar sus rubíes.

Según el actor mexicano Jorge Arvizu, conocido como “El Tata” (¡Quiero mi cocol!), quien hizo el doblaje al español de Cucho y Benito hace 50 años, y ahora también participa en el filme, hay una visión miope sobre la serie, pues intentan explotar a un personaje tramposo y sinvergüenza, un ladrón sin ética, pero Don Gato nunca fue así, pues aunque pícaro y holgazán, tratando siempre de ganar dinero fácil, al final cede en favor de sus amigos, no los abandona nunca.

Ciertamente, El Tata sabe lo que dice: es el único sobreviviente de los actores que doblaron la serie original.

Pero como las versiones light de esas series ya no funcionan, deben distorsionar los personajes para actualizarlos disolutamente: acaso Don Gato pueda verse como un capo de la droga o de la justicia o del poder legislativo o del gobierno (que en todos lados hay mugrero), y la pandilla de gatos, como sicarios serviciales o ministros y jueces o senadores y diputados o presidente y gobernadores… digo, para que todo haga juego en esta visión pérfida de nuestra pervertida realidad…

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