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lunes, 25 de abril de 2011

México es una nación, no un pozo de cadáveres...

En febrero de 1979, cuando el gobierno de Jimmy Carter estaba obsesionado con hacer de México la reserva estratégica energética del imperio, Carlos Fuentes publicó un memorable artículo en The Washington Post titulado: “¡Escucha, Yanqui! México es una nación, no un pozo de petróleo”.

32 años después, Fuentes podría redactar la secuencia de ese clamor: “¡Escucha, Yanqui! México es una nación, no un pozo de cadáveres”.

Pero mentiría.

Las crónicas e imágenes de las narcotumbas descubiertas en Tamaulipas y otros estados, retratan la verdad de una nación que recorre el mundo a través de los medios impresos y electrónicos, y de las redes sociales cibernéticas.

Espectáculo desgarrador e indignante que ninguna sociedad civilizada debería tolerar.

El fin de semana, The New York Times, flamante recipiente de dos premios Pulitzer, publicó en primera plana una enorme fotografía a colores de trabajadores sin rostro, vestidos de blanco inmaculado, sustrayendo camillas con muertos envueltos en bolsas de plástico negro de un tráiler. Su destino era la saturada morgue de Matamoros.

El diario acompaña el retrato de los cuerpos inmóviles de San Fernando con un artículo que recrimina la incapacidad del gobierno de Felipe Calderón para controlar la violencia y hacer frente a esta nueva crisis sin precedente.

“La aparición de las narcofosas, y la desesperación de cientos de familias que buscan entre los cadáveres a familiares desaparecidos, ha reforzado la percepción que las autoridades mexicanas han tratado de disuadir con mayor desesperación: que partes del norte de México, incluido casi todo Tamaulipas, han sido tomadas por los grupos criminales desde hace algún tiempo”. Para el gobierno de Calderón, dice el diario, pocas cosas son más irritantes que escuchar a las autoridades estadounidenses decir que el Estado mexicano ha perdido partes del territorio a manos de los criminales.

Los pozos de cadáveres, cuyo número aumenta a medida que pasan los días, proyectan la imagen de un México con víctimas anónimas desparramadas como basura por todas partes.

The Washington Post reportó que el descubrimiento de las fosas “cimbró” a Calderón y abrió un “nuevo capítulo” en la brutal guerra que, alentada por el gobierno de EU, declaró hace cuatro años.

Ambos diarios describen el reino de terror impuesto por Los Zetas, de tal manera que no hay periódico local, informan, que se atreva a publicar las fotografías de los presuntos culpables de la macabra orgía de San Fernando.

Ese peligroso vacío informativo está siendo llenado, para bien o para mal, por los blogs.

Un ex policía y ex marino texano, que encubre su verdadera identidad bajo el seudónimo “Buggs” (loco, en la jerga del bajo mundo), es el fundador de Borderland Beat (borderlandbeat.com), popular blog que casi nada censura y que mezcla videos y fotografías macabros con información dura de fuentes reconocidas.

El fin de semana subió los retratos de los presuntos asesinos de San Fernando que la prensa mexicana no se arriesgó a difundir.

Para los cibernautas estadounidenses, tiene el atractivo de estar escrito en inglés, a diferencia del Blog del Narco, lo que lo ha vuelto una fuente de referencia obligada de policías, oficiales de procuración de justicia, militares y el público en general, particularmente en los estados fronterizos.

En su presentación, Borderland Beat dice que el blog busca “darle perspectiva” a los temas que determinan la complicada vecindad con México bajo el entendido “de que las actividades de un lado afectan al otro”.

Los reporteros del blog, identificados como El Viento, Tianguera, Huero, RiseMakaveli, Ovemex, Pancho y La Adelita, operan en Texas, California, Chihuahua, Tamaulipas y hasta Colombia. Entre sus fuentes destacan autoridades locales.

En agosto de 2010, cuando se descubrieron 72 cadáveres de inmigrantes en Tamaulipas, el entonces gobernador estatal Eugenio Hernández dijo: “Debe de haber fosas en muchas partes de Tamaulipas y del país”.

A no ser que el priista haya sabido algo que el resto no sabíamos, hoy sus palabras son de profeta de malos augurios: con 5,397 personas desaparecidas desde 2006, según la CNDH, ¿cuantas fosas más aparecerán?

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Por Dolia Estévez / El Semanario

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