Hoy es Día Mundial de la Salud.
Lo celebraría, se los juro, pero donde quiera que miro veo gente enferma.
Empiezo por mí y los míos, y sigo por muchos que no conozco pero que en Hermosillo (al igual que en otras partes de Sonora, México y el mundo) pierden casi un día de su vida sólo para conseguir una consulta médica en el servicio público, sea en el Imss, Issste, Isssteson o como sea que se llame la dependencia de gobierno que ofrece servicios de salud a la perrada.
Después viene el vía crucis para conseguir medicinas de calidad, no la basura genérica de primer nivel que entregan en esos dispensarios médicos.
Así, en serio y se los vuelvo a jurar, es difícil mantenerse saludable y, en consecuencia, celebrar este día.
Les diré, por ejemplo, que Araceli tiene problemas de la vista, Arely también, y como de todas maneras nos descuentan el servicio médico del Isssteson, pues se le ocurrió llamar por teléfono para agendar una cita con un par de oftalmólogos de esos que tiene este instituto contratados para brindarle servicio con calidad y calidez a la derechohabiencia.
Ustedes saben: el criterio que se utiliza para contratar a estos tipos es, ante todo, que atiendan con prontitud a los pacientes, en bien del instituto, del médico y del derechohabiente, en ese orden, claro.
¿Resultado? En el consultorio de uno de esos especialistas podían recibirla el mes de agosto; es decir, dentro de cuatro meses; en otro, hasta septiembre. Hagan cuentas.
"No, pues están esperando que me quede ciega", dijo la dueña de mis quincenas, jajaja...
“Ya déjalo así —le dije con ese tono de imbécil equilibrado que me caracteriza—, porque si sigues llamando a otros médicos, de seguro que dirán que podrán atenderte en diciembre... pero en la tarde... si es que no se acaba el mundo primero”.
No, el mundo no se va a acabar primero si uno tiene el costo de la consulta y la paciencia para aguantar las bromas estúpidas de los médicos particulares, que tratan de quedar bien a toda costa con el paciente para volverlo público cautivo. Como debe ser entre los mercaderes de la medicina.
Yo les aseguro que si Araceli les hubiera dicho a estos ca’ones que les iba a pagar la consulta, se hubieran peleado por atenderla ya.
Pero como a Araceli no le gusta que la gente se pelee (aunque sea de la subespecie de los oftalmólogos), nomás los mandó a chingar a su madre... y listo (aquí iba a poner que los mandó a Chihuahua al baile, pero se me hizo que la idea quedaría media mocha. Sorry).
Y se acabó el pleito.
Hoy es Día Mundial de la Salud.
Ya vi en la prensa el rostro de los directores del Imss, del Issste y del Isssteson. Sonrientes a todo lo que permite una dentadura perfecta como la de ellos. Es más: hasta guapos se ven.
Supongo que ellos (aquí, nomás para que no me la hagan de jamón los neoimbéciles del lenguaje político, incluyo a esa belleza arrebatadora que es la directora del Isssteson y que no sé cómo se llama pero sí sé que es una hermosura. Ya dije, pues: nomás con mirarla uno se alivia luego luego de lo que padezca, menos de aquellito, eh...) no tienen que pedir consulta en sus propias instituciones.
Eso se refleja en su sonrisa, desde luego.
Y en la mirada radiante que sólo puede construir un buen sueldo, un mejor padrino y un infalible apoyo político. ¡Eguuuuroooo!
No sé cuántas personas saludables haya en el mundo, en México, en Sonora o en Hermosillo.
Lo ideal sería que todas las personas gozáramos de buena salud hoy y mañana... y siempre, como dicen los viejos cronistas.
Aunque no es así.
Pero no li’ace: hoy es Día Mundial de la Salud; es decir, un día para la foto, la sonrisa luminosa, la mirada políticamente correcta... y nomás...
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