Les contaré algo: yo empecé este blog —o bitácora o diario o como le quieran llamar— porque si bien la columna “Historias del lado sucio” inició en un medio impreso local, en ocasiones no encontraba la libertad para decir las cosas que quería decir en el momento en que quería decirlas.
No podía comentar algo sobre ciertos personajes de la ranchera política local nuestra de cada día, que es como un changarro o tiendita donde todos se conocen y a todos les conocen sus virtudes y defectos, sus negocios a la luz y a la oscuridad de la ley, sus tranzas y corruptelas, sus fundaciones para hacer el bien y deducir impuestos... todo eso que la ciudadanía conoce a detalle pero que los diarios o informativos no se atreven a decir porque resultaría políticamente incorrecto, además de que les restaría algunos ingresos generados precisamente por callar lo que es sabido por todos, o por gritarle a unos “sus verdades”, gritos pagados por grupos de poder económico que no quieren ni ayer ni hoy ni mañana perder el privilegio de seguir siendo mantenidos por el gobierno y los partidos políticos...
Tampoco podía contar las cosas personales que a veces uno quiere decir a manera de vómito espiritual para evacuar el alma y sentirse a gusto diciendo esas cosas que nacen por amor, por odio, por sueños guajiros, por pasiones platónicas, por los días nublados, por las tardes de lluvia, por los sábados desenfrenados, por los domingos lentos, por los hijos, por la mujer, por los padres y los hermanos, por los compañeros de trabajo, por el famoso Polacas©, por mi prima Oyuki o el Chato Peralta, por el Marro Almada, por la Natalia, por la Natalia, por la Natalia...
Ni podía tener la libertad de tomar los fragmentos de otros y multiplicarlos, o desatar los poemas que estaban amarrados en el muelle de la melancolía, o las fotos o dibujos que siempre son de otros y a los que escasamente les he dado el crédito que se merecen, o poner las canciones que siempre me han gustado (se habrán dado cuenta que la Trova Cubana me fascina) o las ocurrencias que de repente surgen quién sabe porqué...
Así que un día, al fin que no recibía pago por la columna en el periódico, le di las gracias a mi amigo el director e inicié esta aventura.
En general ha sido muy divertido estar aquí, poner cosas, compartir la vida diaria, los sueños que uno tiene y/o los sueños de los demás... y todo nació sin compromiso mío con ustedes ni de ustedes conmigo, sino un compromiso velado con lo que está ahí en la vida y que nos vuelve seres sensibles, que nos da vida y ganas de seguir viviendo... y así casi hemos cumplido dos años de navegar en estas Historias del lado sucio, las cosas simples y pequeñas a las que se refiere Eduardo Galeano: Son cosas chiquitas. No acaban con la pobreza, no nos sacan del subdesarrollo, no socializan los medios de producción, no expropian las cuevas de Alí Babá. Pero quizá desencadenen la alegría de hacer y la traduzcan en actos, actuar sobre la realidad y cambiarla, aunque sea un poquito, es la única manera de probar que la realidad es transformable...
Uno, al fin de cuentas, lo que busca es desencadenar lo poco que uno tiene y sumarlo con otros poquitos que hay por ahí en el mundo mundial, y entre todos juntar un muchito para que la realidad cambie al menos algo en alguien... o en álguienes...
No, este blog —o bitácora o diario o como le quieran llamar— no intenta ser una mala copia de lo que antes era mi página de Facebook y que por cuestiones de salud mental borré de mi vida; no se cuentan aquí la vida de mis amigos si esas vidas no impactan en ustedes, al menos de manera humorística; no se presentan fotos para gritar ¡Una, dos, tres por mí y por todos!... lo que intenta es seguir siendo un puente entre ustedes y ustedes (y yo sólo soy el pilar que lo sostiene), sea por la música de Silvio y los demás, sea por las locuras que aquí aparecen, sea por las fotos y dibujos que tomo prestados de aquí y de allá, porque al final no es que las historias cotidianas sean las más difíciles de vivir: se dice que son las más difíciles de contar... por eso estamos aquí.
Y yo estoy aquí para agradecerles que oficialmente hayamos llegado a 100,000 visitas, según el contador que aparece a la izquierda del corazón, justo a un ladito del alma, cerca de la nostalgia...
¿Y de aquí cuántas más...?
No lo sé, creo que hasta que el puerco aguante...
Por lo pronto, muchas gracias a todos... muchas gracias...
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