Yo no quería ser viejo nunca
pero al tiempo no se le puede poner freno.
Hoy ya no me importa ser un viejo:
me preocupa que he empezado a pensar
que no quiero morir nunca…
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No es que las historias cotidianas sean las más difíciles de vivir: se dice que son las más difíciles de contar... por eso estamos aquí. Compartamos esas historias. (armando.zamora@gmail.com)