Yo tenía cinco años cuando supe que algún día te encontraría,
que algún día naufragaría en tus ojos,
que algún día me perdería en tu sonrisa…
Hace cincuenta años que un niño triste
empantanado en los laberintos del silencio,
te vio en una estampa en blanco y negro
que aparecía en El Tesoro de la Juventud:
eras tú veinte años antes de que nacieras,
eras tú la que vino desde la nada a decir que algún día,
en medio de la lluvia y la tristeza,
nuestras almas le pedirían un café sin azúcar
al carcelero del futuro
y se lo beberían sin prisa,
sin promesas ni arrebatos,
sin reclamos nacidos de la bruma
sin la melancolía de los amantes que se alejan,
sólo con el recuerdo permanente de una estampa en blanco y negro
que vuelve a florecer en aquel niño solitario
que un día supo que existirías
como las tardes de lluvia del mes de marzo
que hacen brotar el amor en cada vida…
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