Trova y algo más...

martes, 26 de abril de 2011

¿Y a mí por qué...

En el “Diccionario de Expresiones Mexicanas para Argentinos”, compilado por Emilio Roberto Petersen, y publicado en noviembre de 2007, se señala que el español es la lengua común para gran parte de Latinoamérica. Sin embargo, cada país o región suele incorporar al uso cotidiano palabras novedosas, o modifica el significado de las ya existentes.

Se crean además frases o expresiones tan particulares, que a veces sólo se las comprende bien dentro de una zona geográfica, y aun dentro de un grupo social o rama de la actividad humana.

Peterson agrega: "Es objeto de polémicas decidir si estas creaciones populares degradan o enriquecen al idioma español o castellano. Soy de los que piensan que sólo las lenguas muertas dejan de crear nuevas palabras o variar su significado. Me resulta innegable que los modismos y el lenguaje popular contribuyen a nutrir la identidad cultural de cada pueblo".

México ha sido escenario de un complejo proceso social de intercambios culturales a lo largo de su historia. Allí, el uso popular del idioma que los conquistadores europeos comenzaron a imponer hace más de 500 años, también lo fue modificando. Se ha creado así un sinnúmero de palabras o expresiones que hoy son ya típicamente mexicanas.

Los equívocos expresivos o en la comunicación (que no es lo mismo y punto) se han multiplicado por la intensa comunicación a través de la telefonía celular, la televisión por satélite y la Internet. Nunca la humanidad ha tenido semejante posibilidad de contacto oral o escrito a través de la distancia. Aquellos que hablan, se observan o chatean a través de la red, conocen muy bien las dificultades y sorpresas que aparecen al trasponer todo tipo de fronteras en el uso del idioma común.

Y, bueno, todo este rosho (así le dicen los argentinos al rollo) no académico viene a colación porque he leído una nota en un diario local de la localidad localmente de aquí, en la que invitan a un torneo de cacería de guajolote.

Dice la nota de marras que para promover el turismo cinegético y la convivencia entre los deportistas y sus familias, el ayuntamiento de Yécora (risueña población enclavada en la sierra sonorense, dirían los mamones), en coordinación con dependencias estatales, llevará a cabo el "Torneo Internacional de Cacería de Guajolote".

El evento tendrá una duración de dos días a partir del 13 de mayo. El cazador que obtenga el primer lugar se hará acreedor a un premio económico de 100,000 pesos.

Digamos que hasta aquí todo va bien, peeeeeerooooo... me asalta la duda sobre el término “guajolote”, ya que el mencionado “Diccionario de Expresiones Mexicanas para Argentinos” dice a la letra que:

Hacerse guaje es no darse por aludido, hacerse el boludo, el perro puto, desobligarse de algo, simular desconocimiento, no hacerse cargo, hacerse guajolote, pendejo, pato o buey", lo que por extensión nos lleva a que “guajolote” es sinónimo de “pendejo”, y entonces sí: ¿quién cazará a quién en ese torneo?, ya que de por sí un cazador que no caza para alimentarse es un soberano animal, pendejo, buey, pato y todos los sinónimos que se le ocurra al gentil auditorio; es decir, caza por diversión nomás.

También en el habla popular se le denomina “guajolote” o “guajolotón” al individuo varón de edad avanzada que no tiene pareja femenina permanente (a los que tienen pareja varón se les dice de otra forma que no pondré aquí por respeto a la diversidad sexual).

Y siendo en Yécora la cacería, y estando en Yécora el escritor Sergio Valenzuela, mi gran amigo mañuel (quien para decirlo de manera eufónica, ya está más que entrado en años y no se le conoce adláter femenina permanente), ya me lo imagino preguntándole a los dioses del Olimpo: “¿Y a mí por qué me van a cazar...?”

Que conteste el gato de las pilas Ray-O-Vac... para estar a tono con la antigüedad clásica...

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