Antimonárquicos y republicanos británicos se congregaron este día en Londres en una fiesta de "No Boda Real", en el mismo momento en que tuvo lugar el país festejaba el enlace matrimonial entre el príncipe Guillermo y Catalina Middleton.
"No todo el país está en éxtasis ante la boda real", aseguró Graham Smith, dirigente del grupo antimonárquico Republic, a unas 200 personas congregadas en una céntrica plaza londinense.
Los republicanos británicos quieren que la monarquía sea reemplazada por un jefe de Estado electo y que haya una nueva Constitución republicana. "Es una institución rota que hace ya tiempo abdicó de cualquier responsabilidad en el poder, pero que sigue recibiendo lo que pueda de los contribuyentes", sentencia Republic en su sitio electrónico.
"Le deseamos a Guillermo y a Catalina toda la felicidad personal, pero estamos aquí para afirmar que hay 12 millones de republicanos que no están contentos con la perspectiva de que Guillermo se convierta en rey", dijo a la AFP Sophia Deboick, de 29 años, una voluntaria de Republic.
Con esta fiesta, Republic asegura celebrar la "democracia y el poder popular, y no a los privilegios heredados".
Durante la fiesta se vendieron tazas "republicanas", en oposición a los miles de tazones vendidos con las efigies de Guillermo y Catalina. En ellas, se puede leer "I'm not a royal weeding mug" ("No soy una taza de boda real"), pero se juega deliberadamente con el doble sentido de "mug": taza y tonto.
Como sea, la boda de los nuevos duques de Cambridge, Guillermo y Catalina, ha cumplido con creces sus expectativas sociales y mediáticas que han inundado las calles de Londres y los hogares de cientos de millones de ciudadanos del mundo, todo ello con una perfecta y espectacular ceremonia y una retransmisión televisada digna del mejor cine de Hollywood, muy superior en vestuarios, música y desfiles a la ceremonia de los Óscar y a cualquier otro acontecimiento, como la final del mundial de futbol de Sudáfrica, la olimpiada de Pekín o, incluso, la toma de posesión del primer presidente negro de los Estados Unidos, Barack Obama; un show televisado que quizás sólo ha sido superado por otro espectáculo cargado con el mismo sentido político imperial y déspota: el bombardeo de Bagdad en la primera guerra de Irak, que la CNN retransmitió al mundo entero en vivo y en directo.
Desde el punto de vista político, se percibió una creciente polémica por la ausencia de los ex primeros ministros laboristas Blair y Brown, y la expulsión del emir de Bahréin y del embajador de Siria, por su represión contra manifestantes.
Al final, la boda de un miembro de la realeza británica tuvo esa carga de propaganda oficial del Reino Unido que no tiene precio, y de la que los ingleses podrían sacar réditos políticos y económicos al convertir a la monarquía inglesa en su mayor embajador y agente comercial, porque como unidad nacional ya se ha visto que tiene sus fugas cada vez mayores.
Y es que no todos los británicos son Elton John y David Beckham, y —por supuesto— no todos han sido invitados a la boda de Guillermo y Catalina.
El ex cantante de The Smiths, Steven Patrick Morrissey, se halla en los dos grupos mayoritarios: ni está invitado ni quiere ir.
Aunque Elton John, Guy Ritchie, David Beckham o Rowan Atkinson —conocido por su papel de Mr. Bean— acudieron encantados al enlace de Guillermo con Catalina, muchas otras celebrities británicas se quedaron sin invitación oficial.
Es el caso de Morrissey, quien —por la opinión que ha expresado sobre la boda real— hará bien en no acudir a tal evento.
“¿Por qué tendría que ver la boda? ¿Por qué pasar tiempo delante de la televisión para ver eso? No me tomo en serio a ninguna de esas personas”, señaló en repetidas ocasiones.
“No creo que representen a Inglaterra y tampoco creo que Inglaterra les necesite. Creo sinceramente que son parásitos que se benefician de los ingleses y nada más. Tampoco creo que sirvan para algo”, sentenció el músico.
Morrissey había dicho días atrás en entrevista en la BBC: “Sal ahora mismo a la calle y habla a la gente acerca de esta boda. Estoy seguro de que se reirán en tu cara. Lo harán, sin duda”.
Y no se equivocaba.
Según una encuesta realizada por TNS, sólo el 39% de los británicos se declaró interesado por un evento que reúne, sin embargo, a más de 12,000 periodistas de todo el mundo. Por el contrario, el 58% de los ingleses señaló no estar interesado en el enlace.
Curiosamente, la boda de Guillermo y Catalina suscitaba más interés en Alemania, donde el 40% de los encuestados decía estar interesado en el enlace, y en España, sólo el 24% dio la misma respuesta.
En México, las televisoras no hicieron encuestas. ¿Para qué? Ellas saben que los mexicanos somos tan brutos que veremos lo que nos pongan y ya. Nada de educación. Nada de cultura. Sólo futilidad y deporte profesional, de ése que las televisoras manipulan los derechos porque son dueños de equipos y jugadores.
Entiendo que ambas cadenas —Televisa y TV Azteca— transmitieron la boda y recurrieron, como siempre sucede en las transmisiones de eventos de la farándula, a esos conductores de lo obvio que en vez de dejar que las imágenes del espectáculo hablen por sí solas, suelen perderse en anécdotas irrelevantes y en planos de personajes y situaciones que rozan lo imbécil, que es precisamente el sello indiscutible de las televisoras mexicanas.
Ni más ni menos…
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