En un mundo donde los estereotipos femeninos se han perdido en el deporte de alto rendimiento, ser mujer no es tan fácil: se requiere fuerza excesiva, musculatura y rivalizar a cada momento contra los varones.
En la actualidad, una atleta hermosa —recordemos a la garrochista rusa Yelena Isinbayeva, cuya notable belleza de rostro no correspondería a su musculatura— carece de la fragilidad femenina que los puristas de los concursos de Miss Universo buscan en la mujer.
Quizá ese sea el nuevo concepto del deportista: un ser andrógino que de acuerdo a su especialidad habrá de tener los rasgos de su contraparte genérica para obtener resultados cada vez más sorprendentes: en la pista y la alberca, la mujer deberá parecerse al hombre; en la gimnasia, los hombres deberán tener la fineza de la mujer; en el trampolín, tamto mujeres como hombres deberán perder todo sentido de estética corporal para ofrecer menor resistencia al agua: los chinos, que son los máximos exponentes en los clavados, son prueba palpable de ello.
Con todo, la espectacular carrera de Caster Semenya en la final de 800 metros del Mundial de Atletismo de Berlín —corrió en sólo 1 minuto 55.45 segundos, y superó a sus rivales en más de cinco metros— hizo que muchos aficionados se preguntaran si “realmente” la atleta sudafricana era una mujer.
La Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF, por sus siglas en inglés) confirmó que Semenya será sometida a un examen de género.
“Por una vez, el chisme en torno a los récords deportivos no tiene que ver con el uso de sustancias prohibidas. En este caso se trata de una cuestión más básica, y también más desagradable: ¿era ella realmente él?", así planteó el caso el periodista deportivo de la BBC Tom Fordyce.
La polémica saltó a las primeras páginas de los diarios esta semana, pero las dudas en torno a la condición sexual de la deportista sudafricana empezaron a plantearse hace cerca de un mes.
El 26 de julio, la corredora prácticamente desconocida alcanzó la extraordinaria marca de 1 minuto 56.72 segundos en un evento deportivo menor. En aquel momento, los ojos de los aficionados al atletismo comenzaron a fijarse en esta nueva promesa. Y los rumores no tardaron en extenderse.
“No se trató sólo de su tiempo rápido. Semenya tiene un físico musculoso y una sombra de vello en su rostro. Mezclen esos dos elementos y los comentarios malintencionados correrán como la pólvora”, apuntó Fordyce.
Sin embargo, en lo que a sexo se refiere las cosas no siempre son tan elementales.
La sudafricana deberá someterse a varias pruebas para determinar si realmente es una mujer. Y es que una mujer puede verse, crecer y desarrollarse como mujer, pero genéticamente puede ser un hombre debido a su condición biológica.
“En ocasiones han surgido problemas con mujeres que tienen características muy masculinas —explicó John Wass, especialista en endocrinología del Centro para Diabetes, Endocrinología y Metabolismo de Oxford, en Inglaterra—, y esto se debe a dos factores principales: los cromosomas (que definen el sexo que tendrá una persona) y el fenotipo sexual, que define la apariencia y rasgos físicos del individuo”.
Cuando se nace con dos cromosomas (X) se es una mujer, y con un cromosoma (X) y uno (Y) se es un hombre. “Pero muy ocasionalmente ocurre que los cromosomas no complementan el fenotipo del individuo, la llamada la discordancia fenotípica”.
“Hay muchas razones por las cuales esto puede ocurrir pero la más común es un trastorno desafortunado llamado hiperplasia adrenal congénita que es hereditaria”, afirma el experto.
El trastorno que afecta tanto a niñas como niños (a alrededor de 1 de cada 10,000), está relacionado con las glándulas suprarrenales, ubicadas sobre los riñones.
Debido a un defecto bioquímico las personas que padecen la hiperplasia carecen de una enzima requerida para producir las hormonas cortisol y aldosterona.
Sin ellas, el cuerpo produce más andrógenos, una hormona sexual masculina, y esto ocasiona la aparición de características masculinas.
Las niñas que sufren hiperplasia tienen órganos internos reproductores femeninos normales, pero pueden tener genitales de apariencia tanto femenina como masculina o rasgos físicos más masculinos que femeninos.
De la misma forma, pueden tener rasgos femeninos y parecer mujeres pero biológicamente pueden desarrollarse como hombres, con músculos y huesos más masculinos.
“Desafortunadamente cuando este trastorno no es controlado oportuna y adecuadamente las pacientes llegan a tener los mismos niveles de hormona masculina en su sangre que los hombres" explica el profesor Wass.
Las autoridades deportivas del Mundial de Atletismo informaron que someterán a Caster Semenya a pruebas para determinar su género.
Tal como señalan los expertos, estas pruebas son “extremadamente complejas y largas” y requieren de médicos ginecólogos, endocrinólogos y psicólogos.
“Puede ser muy difícil diagnosticar este trastorno y puede tomar mucho tiempo —dice el profesor Wass—, pero hoy en día, que sabemos mucho más de estos defectos congénitos, por lo general se detectan en la pubertad, cuando la paciente comienza a desarrollar rasgos masculinos como voz más grave o crecimiento excesivo de vello”, agrega el experto.
Las pruebas de género en una competición deportiva no son raras. Fueron introducidas en el Campeonato Europeo de Pista y Campo de 1966 y utilizadas por primera vez durante las olimpiadas de 1968, realizadas en México.
La primera atleta desenmascarada con los análisis de cromosomas fue la velocista polaca Ewa Klobukowska, que ganó oro en la carrera de 4x100 metros y bronce en la de 100 metros en las olimpiadas de Tokio en 1964.
Y aunque las regulaciones del Comité Olímpico Internacional requieren que todos los atletas compitan con el género que se les dio al nacer, no siempre ha ocurrido así.
Uno de los casos más famosos es el de la atleta alemana Dora Ratjen que después de competir en categoría femenina en las olimpiadas de Berlín de 1936 y el Campeonato Europeo de 1938, se reveló que era un hombre llamado Hermann.
Ahora, frente a las acusaciones de fraude, la Federación Sudafricana de Atletismo insistió en que están "completamente seguros" de que Semenya, de sólo 18 años, es una mujer: “No la habríamos permitido participar en la competición femenina si hubiéramos tenido la menor duda", indicó la declaración oficial.
Tras la carrera, fuertemente presionada, la atleta no asistió a la conferencia de prensa posterior a su victoria. En su lugar, el secretario general de la IAAF, Pierre Weiss, justificó la ausencia: “Sabemos que quieren hablar con ella, pero es muy joven y sin experiencia, y no podría responder de manera adecuada a todas sus preguntas. Yo contestaré por ella”.
Y, como era de esperarse, una de las preguntas más repetidas fue qué pasaría si se demostrara que Semenya es genéticamente un hombre.
“Si se demostrara que no es una mujer, se le retiraría de la competición y se revisaría la cuestión de las medallas. Pero de momento, se le debe conceder el beneficio de la duda”, contestó Weiss.
En el país de origen de la corredora, Sudáfrica, la cuestión está empezando a trascender lo meramente deportivo. El Congreso Nacional Africano (ANC, por sus siglas en inglés), el partido en el gobierno del país africano, puso en duda las intenciones reales de la polémica.
“Condenamos las razones de los que dudan de su género sólo por su físico o por su forma de correr. Esos comentarios sólo sirven para retratar a las mujeres como seres débiles", señaló el ANC en un comunicado oficial.
También la familia de la atleta insistió en la condición femenina de Semenya.
“Yo sé que es una mujer, la eduqué yo misma”, aseguró la abuela de la deportista.
“Si van a nuestro pueblo y preguntan a los vecinos, les dirán que es una chica. Lo saben porque me ayudaron a criarla”, agregó.
Sin embargo, es sabido que en cualquier país emergente, por no condenarlo decididamente al Tercer Mundo, cualquier medallista de alto nivel representa una mina de oro para la familia, las empresas patrocinadoras e, inclusive, para el gobierno, que ve en los atletas ganadores una herramienta política para lograr lo que en los hechos las autoridades no alcanzan: paz social y unidad nacional.
Así, no es casual que en México, donde no estamos acostumbrados a ganar, las televisoras y el gobierno le den tanta cobertura a la selección de futbol: es lo único que en estos momentos puede detener el avance de un estallido social ante la ineficacia del gobierno y las altas tributarias que amenazan para el mes patrio.
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