Bueno, sí, soy poeta. Pero me enfermo, sano,
paso necesidades, y duermo, y desayuno;
reclamo mis derechos en el tiempo oportuno;
cumplo con mis deberes como buen ciudadano.
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Siento frío en invierno y calor en verano;
tengo un amor, amigos y parientes –cada uno
en su lugar–, intento no fallarle a ninguno,
y doy la mano a todos los que me dan la mano.
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Trabajo, río, lloro, lucho, padezco, canto,
añoro, dudo, creo, me irrito, y a mi modo
amo y vivo mi vida con algunos esfuerzos.
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¿Por qué, entonces, temernos o despreciarnos tanto?
Ser poeta, señora, es servir para todo
lo que cualquier otro hombre, y además, hacer versos.
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Roberto Cabral del Hoyo (poeta y hombre, pues...)
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