1. En este dolor hierático que carcome el fragmento de noche que habito, puedo escribir tu nombre, puedo dibujar tus rasgos pequeños, tus manos temblorosas, tu piel abierta a las estrellas profundas que me arrastran en su paso fugaz por cada poro de tu cuerpo, por el contorno de tu pecho, por la suavidad de tus caderas, por el secreto humor que despiden tus axilas después del aguacero de amor a que me condenas con sólo tocar mi piel...
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2. En este dolor amarillento que la pepsina aviva en mi alma, puedo levantar un tótem con tu rostro, con tus ojos clavados en la medianoche, con tu mirada rasgada de melancolía, lluviosa mirada que humedece mis partes innobles en la hora más honda de la madrugada, en esa sima kilométrica de amor lodoso, sedimentado en la fosforescencia azulada de dos cuerpos arrebatándose la muerte, jaloneándose la vida, entrando y saliendo de la sofocada hendidura de un fondo marino desconocido incluso para los dioses de la alegría...
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3. En este dolor que me hace chapalear las miserias de mi cuerpo estragado por los vientos nocturnos de la flora intestinal y las rocas calcáreas de los uréteres de la melancolía, moldeo tus pies calientes con la arcilla de los recuerdos, recojo el barro tierno de tu sombra y formo unos huesos y una carne y una sangre de roja espesura para tus mejillas, para los huecos cálidos de tu silueta, para los sonidos cristalinos de tu voz metida en mis oídos como semilla de luces, como gusano sinfónico, como escala de explosiones en el furioso bambolear de los cuerpos desnudos a la luz de una luna suspendida justo en el centro de la ventana...
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4. En este dolor que mastica mi cuerpo como hierba fresca en los primeros días del verano, puedo armar una y otra vez tus manos amables, sencillas, elementales, que tocan mi rostro como si lavaran un plato, que bajan por mi piel como si sacudieran el polvo de las ventanas, que tiran cadenciosas del príapo como si en ello se escurriera la vida bajo el ritmo de la sístole y la diástole del éxtasis de los sueños...
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5. En este dolor que me hunde el estoque en el bajovientre de la nostalgia, construyo el aliento que se te parece, el que tiene tu rostro, tus manos, tus pies, tu nombre en el nombre de esta noche, tu suave ir y venir por la torpeza de mis labios, tu cuerpo tantas veces silueteado por la almohada, tu voz de colores chillantes, tus ojos recortados en la sombra de la medianoche, tu cuerpo guarida de mis hormigas, tu suave dormir de costado, tu espalda que baja sin fin, los pequeños orificios de la felicidad y los insectos aterrorizados por la pasión, para abrir los brazos de mi alma y dejarme morir de ti en silencio...
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