Trova y algo más...

miércoles, 21 de octubre de 2009

Ni que fuéramos faquires...

No. Alguien le pasó mal la información a los cobrones de Banamex: en casa no hacemos yoga aunque nos confudan con faquires... sobre todo a mí...
Ya ven ustedes que los susodichos yoguis se levantan temprano a someterse a las rigurosidades de esas posturas corporales que ni siquiera en mi atrofiada imaginación podría yo atreverme a adoptar: Padmasana, Urdhva Prasarita Ekapadasana, Ardha Matsyendrasana, Ardha Baddha Padma Paschimottanasana (aunque ayude a estimular los racimos genitales que se han tirado a la milonga), Prasarita Padottanasana y la prácticamente imposible para un ser humano con sus huesos y coyunturas normales, Ekapada Sarvangasana... a no ser que uno sea como Chantal Gómez Jauffred, quien puede moldear su cuerpo como si fuera de plastilina para ponerse en posiciones yoguinis que bendito sea dios... pero esa es otra historia...
En casa, les decía, como en la casa de la mayoría de los mortales, nos amanece como a las seis de la mañana, minutos más minutos menos, y a partir de esa hora comienza el desenfreno por desgranar el día, el presente, el hoy, la fecha, el momento o como mejor se entienda, que el mañana no lo sabemos, sobre todo ahora que se aprobó el paquete fiscal y nos metieron vía lavativa (los meramente mamones les llaman enemas, pero como se ponen por donde mismo, no hay ganancia en el cambio de término, mjú), más impuestos a la perrada fantasiosa que habita(mos) esta tierra de Felipe en el país de las hediondillas...
Así que si no somos faquires, si no hacemos yoga, si el día nos amanece como a las seis de la mañana, ¿qué xingados tiene qué hacer la grabación de Banamex aterrorizando gente a las cinco de la mañana, no por el recordatorio de que ya se le va avencer el plazo para que pague la mensualidad, sino porque uno, de por sí dado a la literatura y al café negro y otras amarguras, se imagina las cosas más tenebrosas, que son las que suelen comunicarse por teléfono y en la madrugada...?
En serio que a uno se le ponen los pelos de punta (obviamente que en mí esa expresión es un mero tropo literario que no tiene sustento en la realidad) cuando escucha el teléfono entre once de la noche cinco de la mañana, pero a estos hijos de Sue les vale máuser los daños emocionales que puedan provocar en la gentil ciudadanía que le ha hipotecado la vida a todas entidades que, llámense como se llamen, y haiga sido como haiga sido, se fortalecieron gracias a sus nexos con los gobernantes en turno: Banamex, Telmex, Televisa, TvAzteca y demás fauna y flora de la corrupción región cuatro, que es la que nos toca.
Y, me pregunto, ¿que no habrá por ahí alguna ley escondida bajo la almohada de nuestros legisladores y magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que nos defienda de estas canalladas... o seguiremos engüerando la impunidad como hasta ahora?
La misma impunidad que según me han dicho voces cercanas creen gozar los imbéciles tipo Renzo Aguilar, a quienes Crédito Educativo del Estado de Sonora les ha conferido el alto encargo de recordarle a los deudores de esa institución que deben pasar a abonar a su deuda, y lo hace en términos cercanos al terrorismo de la estupidez: "Pues así como agarró el dinero cuando lo pidió, así páguelo...!" y luego cuelga en esa actitud viril que tienen los talibanes que no se han salido del clóset...
Y así como me preguntaron el otro día yo pregunto ahora: ¿tenemos que seguir aguantando esas actitudes enquistadas en un despotismo posmoderno?
¡Qué la tzingada: ni que fuéramos faquires...!
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