Trova y algo más...

jueves, 15 de octubre de 2009

Encuentro de los que escriben con los que leen...

Cuando yo era joven y bello me gustaba escribir versos, que no poesía porque esa es una palabra mayor que nada tenía que ver con la silvestre esencia de lo que yo era en aquel entonces, ubicado en ese plano jovenístico y bellístico que no dejaba tiempo más que para el peine, los tenis, las camisetas pegaditas al esqueleto y uno que otro verso simplón a más no poder:

Aquí en la escuela
es pura botana,
lo mismo en la tarde
que en la mañana...
y estrictamente rimado, como los cánones medievales lo señalaban...
.

Pero como casi siempre sucede con los seres humanos de aquí, de allá y de donde quiera, con los años me volví viejo y feo... pero no dejé de escribir versos.
Como Luis Eduardo Aute, de joven los versos me servían para intentar establecer vínculos emocionales con las chicas de la secundaria y la preparatoria allá, en un Navojoa que se volvió polvo en mi memoria poblada ahora de agujeros negros, sin que esto sea necesariamente un albur, claro está.

Nunca lo logré, pero cómo me divertí: hice tantos amigos que utilizaban mis versos para, ellos sí, hacer esas cochinadas que uno imagina que se hace en las sombras de los 17 años gay lussac.

Y hoy, después de tantos años, me han invitado a leer versos, je, en compañía de verdaderos poetas en el Festival de la Palabra, V encuentro de los que escriben con los que leen.

¿Qué voy a hacer? No lo sé. Por lo pronto, hay que disfrutar el momento generoso que nos brinda la literatura. Y compartir el momento. No hay de otra.

¿Y si los versos o la poesía no sirven para eso, entonces para qué tzingados sirven, pues...? (Que conteste la ciencia).
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