Trova y algo más...

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Ah... la impartición de la justicia-Sonora...

El expediente social dice lo siguiente:
La madrugada del domingo 15 de marzo de 2009, Fernando Noriega Soto —hijo de un poderoso empresario local y muy amigo de ciertos bultos— iba manejando en estado de ebriedad, desvelado y a exceso de velocidad su camioneta pickup por un terreno prohibido: sobre la arena en la playa de Bahía Kino, y en su loca y etilizada carrera embistió la casa de campaña en la que dormía una pareja de jóvenes y su perro.
Producto de este atropello, los jóvenes y el perro murieron al instante, mientras Noriega Soto se daba a la fuga con la complacencia de los guardianes del orden, quienes ya lo conocían.
Varias, pero varias horas después de los hechos, el criminal se apersonó ante las autoridades —ya que estaba plenamente identificado por todos y no tenía salida alguna— para que le realizaran las pruebas médicas de rigor: alcoholímetro y demás jaladas que a los pelagatos les aplican ipso facto, como debería de ser en todos los casos.
¿Resultado?
El asesino resultó sobrio de toda sobriedad, limpiecito, sin sueño y con todos los sentidos afinaditos, como si lo acabaran de sacar del taller. Hasta bonito se veía.
Pero de que era culpable, era culpable, porque eso no se quita con varias tazas de café y un baño perfumado en tina de mármol, ni poniéndose ropa limpia ni yendo a rezar a la diestra del arzobispo de a mentiras Carlos Quintero Arce, que para eso de lavar conciencias e interceder ante dios y los hombres por aquellos ricachones que han cometido alguna tropelía, se pinta solititito…
Así que, previa sesión con el psicólogo de la familia y después de algunas horas de convencimiento y de despejar toda influencia maligna de las áreas donde se iría de vacaciones, el criminal fue puesto bajo resguardo en el Centro de Readaptación Social Hermosillo 2, cuya directora es, casualmente, amiga de la familia, dice la vox populi.
Pero… ¿qué creen que pasó, ingenuos, ingenuitos e ingenuotes?
El viernes pasado, cinco meses después de causar la muerte de la pareja y del perro, el criminal Fernando Noriega Soto fue liberado por las autoridades.
¿Justicia legal? ¿Justicia justa? ¿Justicia empresaria? ¿Justicia divina?
Eso no lo sé, cantaba "El Chicote" haciéndole la segunda a Pedro Infante en la canción La gallina cacareadora, que incluyeron en la película “Cartas marcadas”, con Marga López, como Victoria, y Pedro Infante, como Manuel…
Y hasta ahí el expediente social, el que se genera con base en la opinión pública, la de voz a voz, la de la indignación, el coraje y la desesperanza.
La del encabronamiento, pues...
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Ahora viene el expediente tomado de los medios:
Norma Abril de Torres, directora del Centro de Readaptación Social Hermosillo 2, donde se encontraba privado de su libertad Noriega Soto, confirmó que el pasado viernes el asesino salió del penal al presentar su defensa el auto de libertad.
Ah: la noticia apareció hoy miércoles en la prensa; es decir, casi una semana después de que, aún con todas las agravantes del caso, el criminal salió de prisión y ahora mismo debe estar en Timbuctú, si es que no ha sido ocupado… por ejércitos extraños.
“El auto de libertad que recibió Fernando Noriega Soto se debió a que las familias de los dos jóvenes a los que presuntamente embistió y dio muerte le otorgaron el perdón”, informó por su parte Max Gutiérrez Cohen, presunto presidente del Supremo Tribunal de Justicia del Estado, quien explicó que después del también presunto perdón, la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) desistió de la presunta investigación.
El vocero de la Procuraduría General de Justicia en el Estado, José Larrínaga Talamantes, aseguró desconocer en qué términos concluyó este expediente en el Juzgado Sexto Penal, sin tener un reporte del agente del Ministerio Público adscrito a ese Juzgado.
Bueno: no hay que pedirle mucho a Larrínaga Talamantes si nomás es el vocero de la PGJE. Tal vez no tiene la obligación de saber a conciencia lo que está informando.
Lo único que se sabe con certeza es que a Noriega Soto lo consignó la propia PGJE al acreditar que él conducía el vehículo con el que fueron atropellados los jóvenes Denisse Fimbres Óquita y Víctor Quirós Beltrones, fallecidos en el lugar... y ahí se acabaron dudas: ganó el zaino de Agua Prieta y perdió la presunta presunción presuntamente mencionada por el presunto Max.
“Se presentaron los familiares de las personas fallecidas a otorgar perdón, y además un desistimiento por parte de la Procuraduría”, informó Gutiérrez Cohen, quien agregó que el proceso concluye debido al desistimiento de la PGJE y no quedan antecedentes penales en su expediente (del criminal).
Eso señaló Max Gutiérrez, el mismo que acaba de decir que una de las cosas más importantes para México es que todas las instituciones continúen con su mejor esfuerzo en el objetivo común de formar un país unido: “En lo que respecta a la impartición de justicia, seguir adelante con este compromiso que tenemos en nuestras manos, tratándose de valores tan importantes para la sociedad”.
Lo que no nos ha quedado claro es que cuando dice sociedad, realmente a quién se refiere: ¿a la aristocracia que tiene los recursos suficientes para pagar abogados renombrados (y a toda la escala de funcionarios grandes y chiquitos que también quieren lo suyo), o a la zoociedad perruna que somos los que precisamente no tenemos esos recursos… ni siquiera en el más loco y etílico de nuestros sueños?
Bueno… a la mejor con la liberación de este criminal ya está respondida mi duda…
Por cierto, supongamos sin conceder que los familiares de los jóvenes fallecidos le ofrecieron el perdón al asesino, pero ¿y los familiares del perro dónde quedaron?
Señalo esto porque si no hubo perdón por parte de los familiares del perro, el individuo ese —que representa todo un peligro para la sociedad donde quiera que esté ahora mismo— no debió haber salido nunca de prisión.
No, señor: los perros también tenemos nuestros derechos.
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