Trova y algo más...

domingo, 27 de septiembre de 2009

El arpa, el relax y yo…

¡Mtamadre: ahora entiendo…!

El otro día la Araceli llegó a la casa con un montón de cidís de música instrumental (“música de supermercado”, decíamos antes) y toda con arpa, que dizque porque estaban en oferta en Liverpool…

“Ajá —díjeme amimismo myself—, no vaya a ser: En ofeeeeeerta y en Liverpuuuuul… mjúuuu…”, pensé con el veneno recorriéndome de oriente a poniente, pasando por la atlántica redondez de mi cintura, que viene a ser algo así como el distribuidor vial de la Coca Cola, como han bautizado a ese esperpento majestuoso que ahora nomás provoca cuellos de botella de aquí para allá o de allá para acá, dependiendo del rumbo que uno lleve, o según el favor del viento, como cantaba Violeta Parra hace tantos años que ya no caben en la memoria: “Corra sur o corra norte, la barquichuela gimiendo, llorando estoy… según el favor del viento me voy me voy…”

Pero no expresé nada, nomás me quedé pensando, haciendo un cigarro de hoja —como el personaje aquel del corrido “El barzón”— y luego me empiné otro vaso de algo que de seguramente de lejos parecían residuos miccionales, por su color, textura y bouquet, pero que en realidad era cerveza… vil cerveza Modelo Light, pero más helada que el deste de un pingüino emperador…

Y es que ayer me encontré un papel que decía: “La música puede ayudar a las personas moribundas en sus últimos momentos de vida. Y las notas del arpa son de las más reconfortantes”, y luego vienen las historias supuestamente reales que ilustran el texto para que uno caiga gachamente en el garlito. ¡No les digo?:

“En una habitación de paredes blancas, un cáncer de páncreas acababa lentamente con la vida de Carolyn. Ya no había nada que hacer por esta mujer de 62 años, sólo suministrarle morfina para aliviar el sufrimiento. Y la música de arpa de Jane Franz.

“Franz y su arpa se instalaron al pie de la cama de Carolyn y la habitación fue invadida por un sonido suave, casi hipnótico. De vez en cuando hacía pausas para ajustar sus melodías a los latidos y la respiración de la paciente. Luego de 20 minutos, las notas eran como una bendición. “Junto a la cama había tres familiares de la paciente, que se tomaban de las manos. Había llantos y abrazos. Franz volvió al día siguiente con su música, y poco después Carolyn falleció”.

Pues que descanse en paz la Carolyn, ¿no?

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Las nuevas terapias señalan que hay caminos que los humanos todavía no conocemos muy bien.

"Los médicos pueden escribir muchas recetas sin encontrar la respuesta justa", dice el doctor Stewart Mones, director del departamento médico del hospital. "Hay ocasiones en las que ninguna medicina va a resultar tan efectiva como una terapia musical".

El oficio de Franz, pues, es una forma de músico-tanatología ("tanatos" alude a la muerte en griego) que data de hace muchos siglos. Se sabe que esa forma de terapia ante una muerte inminente ya era usada por monjes benedictinos en el siglo XI en Cluny, Francia.

El método más popular de la actualidad fue creado hace más de 30 años por Therese Schroeder-Sheker. Se trata de un programa llamado Cáliz de Reposo, en el cual la persona que ejecuta el arpa observa los movimientos del cuerpo y el estado mental del paciente, y ajusta la música a ellos.

Los músico-tanatólogos dicen que usan el arpa por ser un instrumento con muchos sonidos y tonalidades suaves, cálidas. Además, es fácil de transportar.

Ofrecen lo que denominan "vigilias" sin cobrar en numerosos hospitales y centros para deshauciados.

Y es que la música es una especie de medicina para el alma, y más cuando la melodía, las armonías y los ritmos se combinan para calmar al paciente y a sus familiares. El objetivo es ayudar al paciente a dar el paso final cuando ya están listos.

Seguro que cuando sepa todo esto, la Arrolladora Banda Limón, o cualquier otra agrupación gruperrona, hará los arreglos pertinentes para grabar un disco de narco-corridos con arpa y banda, “un original híbrido regional con un fuerte regusto a lo mexicano ahora que estamos en el Mes de la Patria y celebramos el bicentenario de nuestra Independencia Nacional”, calificará Paty Chapoy, con su tradicional ignorancia vestida de ingenuidad y arropada por sus vocingleros diarios…

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¿Y yo por qué? —pienso arrastrando las neuronas—, ¿yo por qué debo estar escuchando todo el día música de arpa, como si estuviera rodeado de ángeles faldilludos, sentados en nubes confortables toque y toque las arpas…?

Les juro acá entre nos que ya hasta extraño las canciones de toda la familia de los Elizalde, inclyendo a los caballos y las vacas, que según me han dicho cantan mejor que algunos miembros de ese clan, particularmente que el llamado Flaco…

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Como sea, ya entiendo, pues…

Aunque me queda una duda: ¿en serio me veo tan hodido como para estar escuchando arpas todo el día…?

Permítanme decirles una cosa: ¡Mtamadre…!

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