Quién sabe si ganar un premio Nobel es algo que ratifica la brillantez de la persona que lo obtiene. Parece que sí. Y así lo dejaremos para no entrar en discusiones de beneficios o chantajes políticos a la hora de hacer las designaciones, como si fuera el concurso Miss Universo.
El caso es que en una rueda de prensa ofrecida el otro día en el Bar Pluma Blanca por los especialistas Robert Engle, Premio Nobel de Economía 2003, y Óscar Polacas© Holguín, Premio Municipal de la Juventud 1975, ofrecido por el Ayuntamiento de Óputo, se llegó a la conclusión de que la propuesta de elevar los impuestos a la población es un craso error del gobierno federal.
Después de que los ilustres personajes despacharon un cartón de cervezas en la mesa 6, la favorita del licenciado Holguín, tres platos de botana y cacahuates, cuatro idas (con sus respectivas venidas) al baño y dos conatos de bronca entre ellos, se levantaron tambaleantes, solicitaron a los representantes de la prensa ahí reunidos —que estaban a punto del vómito de tan borrachos, como si trajeran la carga ladeada—, se aclararon la garganta ruidosamente y dijeron lo que dijeron:
“El Gobierno de México incurre en una decisión equivocada al pretender incrementar los impuestos a la población, cuando la economía continúa en un periodo recesivo”, afirmó Engle.
“Yo no recomiendo en momentos recesivos, aumentar los impuestos, esta es una solución equivocada”, expuso el Nobel de Economía.
El especialista sugirió incrementar los impuestos a los bancos e instituciones de seguro: “Los impuestos que yo estaba recomendando aumentar son para empresas adversas, con alto riesgo; cualquier situación que ellas pueden tener un efecto adverso, estoy hablando de instituciones como los bancos o las compañías de seguros”, subrayó Robert Engle.
Por su parte, el Polacas© Holguín se les quedó mirando a todos, levantó el brazo diestro como la Estatua de la Libertad, hizo un movimiento circular con el dedo índice de su mano derecha y gritó: “¡Las otras para todos… el gringo paga!”, después se sentó y puso los ojos en blanco, como cuando Porfirio “La Jacaranda” Jiménez le dice cochinadas al oído… según me han platicado algunos chismosos, que conste.
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