Pues con tanto ajetreo cumpleañil, se me pasó comentarles que ayer la princesa Diana, Lady Di para los tabloides sensacionalistas, cumplió el 12 aniversario de cadáver...
Como a casi todos en el mundo occidental nos gusta el morbo disfrazado de noticia, la muerte de la Diana y el Dodi—su último machín pero no su último mariachi—, con el paso de los año se ha venido esponjando como papel higiénico Charmín —que según los que saben de estos escatológicos temas, es pachoncito pachoncito, pero con la fortaleza del acero... mmm...— hasta adquirir una textura como de teoría del complot anglofrancés que provocó que el auto en el que viajaba la pareja dispareja más el producto nonato —con lo cual aquel par ya se vuelven una trireja— se estampara de frente con los postes de un puente en Paris...
Dicen, y dicen bien, que el Mercedes en el que viajaban Diana y Dodi Al Fayed chocó contra una de las columnas del puente Alma de París, el 31 de agosto de 1997. Eso fue lo que los diarios nos presentaron en testimoniales gráficos que nos asombran. En serio, hombre...
Sin embargo, la teoría del complot dice que la investigación judicial sobre la muerte de la pareja fue aplazada soprendentemente hasta el año siguiente. ¿Por qué? Sabrá dios.
Los que saben del chisme real señalan que el hecho de que la familia real tuviera miedo de que la que fue esposa del horroroso príncipe Carlos tuviera hijos egipcios, y que fueran hermanastros de los futuros herederos de la Corona inglesa, parecen motivos suficientes como para quererla quitar de en medio.
Y vaya que la quitaron: la dejaron en calidad de estampilla en París, lejos de Inglaterra y aparentemente de cualquier sospecha...
Versiones van y vienen, como las olas. Y las teorías del complot no se quedan atrás.
En su libro Diana: secretos y mentiras , el autor britanico Nicholas Davies asegura que la muerte de la Diana y el Dodi no fue un accidente, sino un complot en el que intervinieron el MI5 servicio secreto doméstico británico, y la DTS, los servicios franceses y su equivalente en territorio galo.
La razón habría sido que Diana se había convertido en un drama para la familia real y en una bomba de tiempo política, que no escuchaba razones.
Según Davies, la operacion tuvo todas las marcas del servicio secreto. Para el autor, el Mercedes Benz en el que murieron había sido robado 15 días antes y se le había instalado escuchas para el rastreo y le habían saboteado el sistema de frenos. También se habían desestabilizado los cinturones de seguridad y, entre los fotógrafos que perseguian a Lady Di en sus motos, había varios agentes del servicio secreto.
O sea, la güera no tenía escapatoria, ni el Moro de Cumpas tampoco.
El accidente, según las hipotesis de Davies, se habría producido cuando, desde un Fiat blanco, dos agentes dispararon una luz blanca —usada para estos siniestros fines por la OTAN y las fuerzas estadounidenses— directamente a los ojos del chofer de Diana para hacerle perder el control del vehículo, que se hizo jiras contra las paredes del puente.
¿Resultado?: Dodi y el chofer murieron en el acto, Diana sobrevivió unas horas y su guardaespaldas se salvó.
Y la Reina Isabel, Carlos, Camilla y demás fauna de la aristocracia inglesa todavía siguen tomando el te a las cuatro de la tarde.
Como en todos estos sucesos, hubo quien lloró mucho, hubo quien lloró poco y hubo también aquellos que se pasaron la noticia por el arco del triunfo, con una displicencia propia de gato macho.
Inclusive hubo quien desató sus habilidades de humorista salido de lagún programa de Televisa y entretejió chistes sobre el accidente, como aquel bastante desafortunado que algún día me contaron:
- ¿Sabes qué fue lo último que le pasó a Diana por la cabeza...?
- No... ¿qué fue...?
- El radiador del Mercedes Benz...
(¡Plop!)
--
Qué groseros...
--