Trova y algo más...

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Las canicas y la lectura...

Aún no había cumplido los seis años cuando su madre le enseñó a leer. De eso hace ya más de cuatro décadas.
Ciertamente, aquellos eran otros tiempos: todos vivían sin estrés y había menos televisión en la imaginación venturosa de los niños.
Encerrado en su cuarto, aquel pequeño se pasaba las horas leyendo «El Tesoro de la Juventud», una vieja enciclopedia que su padre había adquirido de segundo uso.
En esas páginas se perdía por los senderos maravillosos del mundo de los por qué, el de la poesía, el de las narraciones interesantes, y al volver los ojos a la ventana del cuarto, con frecuencia descubría que ya había anochecido sin apenas sentir el paso de los minutos.
Con el transcurrir de los años, encontró que tenía una ventaja de luz sobre sus amigos: él había leído mucho más.
Mientras aquellos gastaban las rodillas de sus pantalones detrás de las canicas, él llegó a aprenderse hermosos poemas que se fueron acumulando en la memoria:
Yo no soy yo:
soy éste que va a mi lado sin yo verlo,
el que a veces voy a ver
y el que a veces olvido;
el que calla sereno cuando hablo,
el que perdona dulce cuando odio,
el que quedará en pie cuando yo muera...
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y supo desde ese preciso momento que si las canicas eran una forma increíble de pasarse las horas, la lectura era la llave mágica para pasarse la vida.
Sí: él descubrió que la lectura nos abre las puertas de la imaginación y del conocimiento; es un pasaje baratísimo para viajar a regiones remotas o para conocer las tantas maneras de encender el fuego de la sabiduría.
La lectura nos hace más sensibles a lo que ocurre a nuestro derredor y nos vuelve mejores personas y sólidos personajes en las vidas de otros.
La lectura nos empapa de sueños y nos provee de herramientas para reparar las fugas del alma; nos lleva de la mano al amor y nos señala los mil tonos de decir «te quiero».
La lectura es un todo en sí misma, y con el tiempo se vuelve un vicio vital difícil de superar: quien adquiere el hábito simple de la lectura, desarrolla la inabarcable capacidad de reflexión ante los problemas que forman la trama de la vida.
Indudablemente, la mejor herencia para los niños es fomentarles el hábito por la lectura... y proveerlos de buenos, cada vez mejores libros en los que alimenten su imaginación venturosa para que llegado el momento disfruten tanto de un libro como de las canicas... o lo que el juego que ahora ocupe el lugar de las canicas...
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