Apenas la mañana del miércoles Felipe Calderón leyó su informe de trabajo ante un puñado de burócratas federales más los gobernadores del país, que también son burócratas en un sentido etimológico, y más tardó en leerlo que un grupo armado en organizarse en Ciudad Juárez, Chihuahua, irrumpir por la noche en el centro de rehabilitación "El Aliviane", formar a los 22 jóvenes presentes y disparar contra los pacientes, al más puro estilo de un fusilamiento, dejando un saldo de 17 muertos y cinco heridos.
Así las cosas.
Como se dice: en México la realidad supera la ficción, y en no pocas ocasiones supera también la demagogia.
El caso es que ayer, nada más en el estado de Chihuahua, se registraron 40 homicidios relacionados con la delincuencia organizada, la cifra más alta de muertos en una sola jornada en la historia delictiva de esa entidad, según los que llevan las estadísticas de lo macabro.
La masacre en Ciudad Juárez tuvo lugar en un centro de rehabilitación especializado en jóvenes, que se ubica a dos cuadras de las oficinas de la Dirección de Tránsito.
Pasada la balacera, los policías informaron que hombres armados con rifles AK-47, llamados también “Cuernos de chivo”, entraron al lugar y dispararon: "Los cuerpos quedaron amontonados en un pequeño espacio en la entrada al centro de rehabilitación", dijeron.
Según las fuentes, la cifra de muertos podría aumentar.
Al lugar acudieron policías y militares para resguardar el área del crimen, mientras que un convoy de ambulancias partió de ese sitio custodiado por unidades de la Secretaría de la Defensa Nacional y de la Policía Federal hasta el Hospital General.
El pasado lunes, el secretario de Seguridad Pública chihuahuense había dicho dijo que los centros de rehabilitación contra las adicciones se han convertido en el semillero de los grupos criminales: “los cárteles de la droga están reclutando a jóvenes de 17 a 23 años en ese tipo de lugares”, habría subrayado.
El funcionario dijo que para las organizaciones criminales, los adolescentes son considerados "desechables", ya que si pierden la vida o son detenidos por las autoridades, rápido se tiene a quienes los sustituyan.
Detalló que antes se pensaba que los jóvenes que se unían a bandas delictivas provenían de sectores pobres, con familias disfuncionales; sin embargo, en los últimos meses se ha detectado a muchos que tienen un núcleo familiar con estabilidad.
Inclusive, los head hunters del narco buscan ahora a universitarios, estudiantes o recién egresados, para elevar la calidad del negocio, según se presume…
¿No les digo?: la realidad supera a la ficción. Y por mucho.
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